Cuando conocí al compositor y guitarrista chileno Camilo Acevedo ya
me habían hablado de él. Sin embargo al tenerle enfrente, escucharle tocando y comprender su visión de la música sentí que verdaderamente estaba junto a lo que algunos pueden llamar un genio. Un hombre que es capaz de ver con las orejas, un
guitarrista con una sensibilidad superlativa, un superdotado de
la armonía.
Camilo Acevedo ha experimentado con las drogas y la música, explorado dentro de su cabeza, encontrando la luz y la oscuridad, y eso se nota cuando uno escucha sus composiciones, que llevan al oyente por caminos tortuosos e inesperados, que están llenos de color, de una narrativa singular, a veces dramática, a veces alegre, pero siempre sorprendente. Camilo es capaz de ver el aura a través de la música, ondas de esa otra dimensión que los humanos apenas podemos intuir. Esa hipersensibilidad la convierte en música. Y eso es lo que le salva la vida.
Para colmo he tenido el honor de compartir escenario con él y Luz Ma, poder conocerle y obtener de sus propias manos el disco de su banda Zeptelar, El color de las cosas (Santiago de Chile, 2013).
10 evocadores temas germinados tras un complejo trabajo de
composición (la mayoría de ellos escapan a mi lógica de músico popular). Según
palabras del propio Camilo (compositor de todos los temas) la banda ensayó
durante un año antes de dar su primer concierto. En este disco se puede sentir
un sonido elegante pero cargado de psicodelia, rítmicas inesperadas y un
virtuosismo a nivel instrumental que en momentos recuerda a grandes como
Hermeto Pascoal o Frank Zappa.
Os dejo los enlaces de este maravilloso trabajo, al que lo único que se
le puede reprochar es no contar con un mayor presupuesto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario